René Sánchez Galindo
2 de julio de 2007
Hace un año vivimos lo que los medios de comunicación llamaron las elecciones más competidas de la historia, más cerradas y hasta las más inciertas. Vimos en las pantallas de televisión un país dividido. El norte azul, y el sur amarillo, tal como si se tratara de un plan para uno muro migratorio. Fox y el IFE nos leyeron el mismo discurso: no sabemos quién ganó. Los candidatos se declararon ganadores.
Los antecedentes de este momento estuvieron marcados por dos sucesos que movilizaron a la ciudadanía: el desafuero y la campaña contra AMLO de un peligro para México. Campaña que el propio Trife (Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación) declaró ilegal.
Los días posteriores pasamos de la desaparición de 3 millones de votos que acercaban al segundo lugar al primer lugar en aproximadamente 200,000 votos; hasta una resolución absurda que estableció hubo ilegalidades pero no sabemos cuánto daño hicieron y por lo tanto el proceso es legal; pasando por el hallazgo ciudadano de que los paquetes electorales custodiados por el hoy, violador y asesino Ejercito, habían sido abiertos y manipulados.
Sin embargo a pesar de que prácticamente todos los medios omitieron informar sobre la existencia del fraude electoral, a pesar de que prácticamente todos los medios insistieron en que la elección fue sumamente cerrada, a pesar de que prácticamente todos los medios insistieron en que el presidente era Calderón, a pesar de todo ello, la convicción ciudadana es otra.
Pero esa convicción ciudadana todavía no es uniforme. A riesgo de equivocarme trato de describir el panorama social que representa esa otra convicción ciudadana. En primer lugar les quiero hablar del 30 por ciento. Así es la semana pasada escuchaba a Ciro Gómez, en Radio Formula, criticar al Gobierno Legítimo de México porque según él, según las cifras que maneja este medio de comunicación, según sus encuestas, sólo el 30 por ciento de la población cree que hubo fraude electoral.
Pero yo le pregunto a Ciro, y les pregunto a ustedes que hacen el favor de leerme: ¿qué porcentaje de los medios de comunicación han informado sobre la existencia del fraude? ¿Qué porcentaje de los medios de comunicación hoy reconocen a Andrés Manuel López Obrador como Presidente Legítimo de México (sin entrecomillar)? Y si su respuesta, como la mía es que ninguno, pues la pregunta es: ¿cómo saben 33 millones de mexicanes que hubo fraude?
Y así este 30 por ciento tiene otra convicción distinta a la que al actual régimen le conviene e igualmente distinta a la que los medios convencionales difunden. Ahí los medios alternativos (radio por Internet, blogs y correos electrónicos, además de asambleas ciudadanas) han dado muestra de un poder con 30 por ciento de rating. Al menos eso le reconocen sus competidores: los medios masivos.
Y esta fuerza política, sí política, basada en lo social, en la gente, en la movilización, en la resistencia, pero fuerza política al fin, esta fuerza política ha tocado fondo y ayer mostró que vuelve a crecer. El Zócalo se llenó para conmemorar el 2 de julio a un año no fue convocado por López Obrador, sino por la gente. En la pasada asamblea de la Convención Nacional Democrática del 25 de marzo la propuesta desde el templete fue que nos reuniéramos para el 20 de noviembre, pero el grito en la Plaza de la Constitución fue “antes, antes”. El resultado fue que acudimos mucho más personas ayer que el pasado 25 de marzo.
Hay otros grandes grupos, grandes resistencias, grandes procesos de concientización, que a mi modo de ver no son estrictamente otros, sino que se confunden. Todavía existen algunas diferencias entre estos grupos pero las posiciones se acercan y empiezan a converger, más por las bases que por sus líderes.
Me explico, habemos muchas personas que reconocemos y apoyamos al movimiento pacífico del EZLN pero que igualmente respaldamos la también pacífica resistencia de la Convención Nacional Democrática y del Gobierno Legítimo. Pero no escapa a mi vista que la Otra Campaña de los zapatistas es opositora en términos generales al movimiento Lópezobradorista.
Es igualmente un error para los analistas políticos el desconocer la fuerza social y política que la Otra Campaña ha adquirido. Ciertamente no se trata del EZLN del 2001 sino del movimiento de alcances nacionales que se ha construido.
El Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, la resistencia a la minera San Xavier, el repudio al “precioso” Mario Marín, son movimientos amplios, concientes y activos. Si me permiten hacer estimaciones podríamos andar ya sin atender a las “encuestas de Ciro” y sumando a estos grupos, claro sin repetir a la gente que converge en todos ellos, que se estaría hablando de un número cercano al 50 por ciento.
De ahí tendríamos que hablar de lo que los opinólogos llaman “los indecisos”, aquellas personas que dudan, o tal vez les “da igual”, temas como el de la Ley del Issste o la revisión de la Cuenta Pública 2005.
De ahí las fuerzas duras del Pri, que presionan a grupos que aunque ya no les apoyan, les obligan a marchar, les intimidan y algunos hasta les engañan. Luego, lo que yo llamo el grupo social de demócratas pero panistas, es decir quienes no quieren ver el fraude o quienes han caído en el engaño.
Mi conclusión: a un año del fraude la gente comienza a tomar el poder, 2007.
René Sánchez Galindo
ranazapatera@yahoo.com
lunes, julio 02, 2007
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